
A veces la piel que más excita es la piel que encuaderna un libro. La piel de una novela que te hace pensar en ella constantemente, unos personajes que te atrapan susurrándote al oído, una trama trepidante que acelera el pulso, unos versos que se meten por debajo de tu ropa, unas palabras que te penetran y que se instalan en tu cabeza para siempre, haciéndote gemir de placer en el silencio de la noche.