En la vida hay que aprender a llorar, a encasillar nuestras penas, secar nuestras lágrimas y a sanar las heridas del abandono.
Hay heridas que el tiempo no logra sanar por si solas,sólo duermen y tan pronto nos descuidamos afloran nuevamente haciéndonos recordar lo frágiles que somos en este mundo que estamos. Pero debemos aprender a no desesperarnos, que a pesar de que a veces pase el tiempo y los sentimientos que tenemos durmiendo en nuestro corazón vuelvan una y otra vez, sí podremos salir del abandono que sentimos.