
...no hay como el placer de sentir que se ha triunfado, ante
la situación inminente del auto rechazo, desarmada de mis propios prejuicios
contemplo hacia un pasado no muy lejano mis acciones anteriores, mas las
heridas, las secuelas silenciosas de nuestro pasado tapizan de llagas nuestras
almas, tan profundas como el mar, tan gigantes como nuestros propios mundos,
escondidas, asechando el momento de emerger de la profundidad del ser, y que
con extrema frialdad nos dejan expuestos a la vulnerabilidad de nuestros
propios sentimientos y nos convierten en esclavos de nosotros mismos, caemos en
nuestra propia ambigüedad, en lo efímero de nuestra existencia, nos
justificamos presuntuosamente ante el sufrimiento vivido, presumiendo nuestras
laceraciones, huellas de naufragios pasados, despojos del tiempo después de
tantas batallas, ruinas quizás, nos desconocemos, mas esta brisa es pasajera,
estos vientos se soplaron en otros tiempos, y el mal sabor de boca pronto se irá
difuminando en nuestros paladares, a fin de cuentas quienes somos, muchas veces
he visto al cielo al ras de la tierra y a eso le llaman neblina, pero por
suerte no dura mucho tiempo mientras me he conseguido una montaña, ahora no sé quién
eres, pero ¿Quién soy yo? no sé, dímelo tu...