(el alma es lo que más pesa del cuerpo)
Yo quería el remedio a la apatía existencial y ya más de
cien lunas y tú conmueves mi vagina cuando susurras a mi alma, tú.
Llené mis páginas con tus curvas y revestí mis oídos con
tus suspiros.
Que no es lo mismo decir que hiciste que hacer y no es lo
mismo repetir que proyectar. Y yo ardo a tu lado si lo pides, tú.
Revueltos en tu cama compartiendo caldos y bocados, el
instinto gana al juego y yo me alegro.
Mi brillante tramoyista, eterno, inagotable, acaricias tu
barbilla si te pones a pensar. Conjunto de células divisibles, tú.
Que al fin, es, que al fin, está.
Ni reset ni descanso, solo brisa y un abrazo, con tu
aire, tú.
Y esto solo son indicios.