La pluma es valiente, mucho más que quienes entre sus manos la sujetan. Por eso ella se atreve, descarada, a revelar todo aquello que la boca, que los labios, de quienes con mayor o menor acierto la empuñan, no son capaces. No trates de buscar sentido a mis palabras, quizá sean fruto de un sueño, o de un desvelo, o de ambos, quien sabe...
Háblame
Háblame sin proferir palabra. Háblame, pero que tus labios no emitan sonido alguno. Bésame de una vez que necesito amar tu boca. Háblame, pero calla.