Se consumía la historia de dos cuerpos en una cama, ella deseaba cada vez más una caricia, se sentía la pasión entre sus dedos y cada parte de todo su ser deseaba convertirse en uno solo, la noche se paro en un momento y la luna se asoma por la ventana reflejando sus mojados labios, la adrenalina salía por sus poros en cada gota de sudor que derramaban, ella gemía de amor y el susurraba dulcemente un “te amo”, sus miradas encontradas gritaban algo eterno, el cayo rendido en su pecho y suspiro para luego apoderarse el lugar de un silencio total, la soledad los miraba con envidia, y un ángel cuidaba de su sueño, ella mirando tras la ventana el acariciando su cuello, ese preciso instante tan lleno de magia que ninguno borraría de su memoria, tan cálido, tan suave, las horas pasaron y el amanecer los asechaba se alcanzaba a apoderar un diminuto rayo de luz por su ventana que anunciaba la hora en que el sello de pasión seria un beso lento que dejaría sus temores derribados por completo, cada prenda que se despojaron esa noche estaba por todo el lugar, una copa de vino medio llena y una rosa deshojada en el suelo, tan rápido como una estrella fugaz, tan lento como esta melodía terminaba una noche de corazones derrotados frente a esta batalla de amor.
