Mediamos sus emociones y terminábamos por tomar de un poco de su tristeza, era demasiada para Ella, que la repartía entre cada una de sus lineas.
Los días eran difíciles, se dejaba abrazar por la noche, encontró allí su consuelo junto a los días que avanzaban sin mirar atrás. La llamaban mía, no era de nadie y nunca lo fue entre la multitud. Era sola, era Ella. Y como si ahora se hubiera llegado su momento de ser feliz, como si se hubiera pintado un instante dedicado a Ella,
Apareció una silueta en esta historia, una persona que se vuelve especial a cada palabra que intercambian, a cada confesión y a cada día.