
La pluma es valiente, mucho más que quienes entre sus manos la sujetan. Por eso ella se atreve, descarada, a revelar todo aquello que la boca, que los labios, de quienes con mayor o menor acierto la empuñan, no son capaces. No trates de buscar sentido a mis palabras, quizá sean fruto de un sueño, o de un desvelo, o de ambos, quien sabe...
El velo de un espejismo.
Siempre tenían la cita en el lago y siempre con luna nueva. Siempre llevaba el la misma disposición para la lucha y el amor. Siempre llevaba La Dama un secreto nuevo escondido entre sus ropas, envuelto entre la tela de sus anhelos, y siempre, justo antes de hacer el amor, ambos tocaban la superficie del lago con la punta de los dedos, dejando así un recuerdo de su estancia allí. Un recuerdo que se borraba al instante, pero que recorría las aguas de la laguna con una infinitud de ondas circulares que hacían mecerse a los nenúfares. Unas ondas que llevaban un mensaje ciego y mudo. Un mensaje que hablaba de dos seres de fantasía atrapados por el velo de un espejismo.