La pluma es valiente, mucho más que quienes entre sus manos la sujetan. Por eso ella se atreve, descarada, a revelar todo aquello que la boca, que los labios, de quienes con mayor o menor acierto la empuñan, no son capaces. No trates de buscar sentido a mis palabras, quizá sean fruto de un sueño, o de un desvelo, o de ambos, quien sabe...
Mírame con tu vista penetrante, háblame con tu lengua deliciosa, cíñeme con tu mano cariñosa, guárdame con tu luz vivificante, absórbeme en tu esencia misteriosa, y pura y a tu gloria consagrada ¡no muera de tus ojos apartada!